El balance solo puede puntuarse con un notable para un Julen Lopetegui que ha logrado que apenas se note la revolución incompleta llevada a cabo por Monchi el pasado verano para darle la vuelta por completo a un equipo que en temporadas anteriores llegó a ofrecer una imagen en ocasiones lastimosa, sobre todo lejos de su feudo. La deficiencia que más se le reprocha a este Sevilla (y a Monchi), es su manifiesta incapacidad goleadora. Lo cierto es que al Sevilla, relacionado con lo expresado anteriormente respecto al juego ofensivo, le está costando sacar adelante más sus partidos como local que los que realiza a domicilio, donde no tiene la presión de llevar el peso del partido y puede tirar más del poderío de sus alas, especialmente del argentino Lucas Ocampos, hombre más en forma de la vanguardia sevillista. Defensivamente el equipo sevillista ha dado un gran paso de un año a otro, y fuera de casa se convierte en un equipo aún más solido. Eso sí, si hay un aspecto decisivo en el que deberán mejorar los de Lopetegui en esta segunda vuelta del campeonato, ese es el de los duelos ante rivales directos por las plazas europeas.
