Una mala suerte de tres meses

No quiere, por nada del mundo, echar a Pablo Machín y, de ese modo, confirmar el fracaso de su primer proyecto como director de fútbol del Sevilla, pero Joaquín Caparrós empieza a verse entre la espada y la pared, tras comprobar cómo tampoco el equipo tampoco es capaz de ganar en su competición fetiche, ni aún jugando en un estadio que era un fortín. Ni aun poniéndose por delante a los 30 segundos. Al acabar el partido, las cámaras de ESTADIO han cazado al utrerano sobre el césped, acompañado de sus hombres fuertes, Paco Gallardo y Carlos Marchena. Caparrós, pensativo, mostrada un evidente rosto serio.

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