Noviembre no fue un buen mes para Jairo. El cántabro, que irrumpió con fuerza en el Sevilla y se convirtió en uno de los fichajes más agradables, se ha visto desplazado por el regreso de Reyes y ha cobrado un papel secundario por su bajón de juego. En Granada estuvo desaparecido y fue el primer cambio, perdió la titularidad el día del derbi a manos de Reyes y apenas jugó los minutos finales, circunstancia que repitió ante el Estoril. Y no completa un partido desde la victoria ante Osasuna, el pasado 27 de octubre, cuando fue protagonista con uno de los goles de la victoria. Ahora, la Copa del Rey le ofrece la oportunidad de resucitar. Vuelve a su tierra y está hipermotivado.