La plena integración de Rakitic en el club y en la ciudad está más que probada y ayer volvió a manifestarse su adaptación durante un acto en la Cruzcampo. El jugador suizo de origen croata sacó su vertiente más socarrona y bromista tras pasar por la báscula para recibir su peso en cerveza: 80 litros. Más cauto y reservón estuvo, en cambio, cuando se tocó el asunto de la renovación de su contrato, que expira en 2015. Ahí dejó alguna duda en el aire, puesto que en ningún momento aseguró con firmeza que todo va por buen camino, más allá de reconocer que la negociación está abierta.