Primavera sin plata

Perder es lo normal. La frase no es mía, pero me identifico tanto con ella como si lo fuera. Romper boletos no premiados, el alcoholizado regreso a casa sin medio ligue a la vista, que los de selección de personal descubran la porosidad de tu CV al contacto con su ano. Que en la radio no suene tu canción favorita, o al menos una que te guste. Eso es lo habitual, y por eso es tan bonito cuando ocurre lo contrario. En el fútbol, el axioma se multiplica. En todos los países, cada temporada vencen un puñado de elegidos, pero la amplia mayoría no. El 99% pierde. Año tras año. Que el Sevilla haya conquistado tres uefas consecutivas supone tal excepcionalidad que podría compararse al avistamiento de ballenas barbadas en Utrera. Incluso el equipo con mejor palmarés en la Champions la pierde (o no la disputa, que es peor) nueve años por cada uno que la gana.

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