El fútbol es un reflejo de la sociedad. Siempre lo ha sido. Los mismos que hace un siglo iban a la vanguardia de los gustos viendo un match de football tocados de mascota y con corbata después de un lunch muy británico podían horas después presenciar una corrida de toros con todos sus avíos, caballos destripados incluidos. Ahora sería impensable esto segundo y eso que ha ganado la sociedad española, que ya hace tiempo se contaminó de otras modas externas, desde los cánticos británicos primero y argentinos después en los campos de fútbol hasta los ultimísimos selfies con los móviles. Lo de comer pipas, en cambio, siempre ha sido muy español, aunque quizá tenga que ver con la introducción por los norteamericanos del aceite de girasol dentro del Plan Marshall para economizar. Pero lo auténticamente español y genuinamente sevillano es sentirse el ombligo del mundo.