Lo ocurrido la temporada pasada después de la ‘manita’ al eterno rival en el Sánchez Pizjuán es un serio aviso de lo que puede suceder si los jugadores se relajan y se creen que lo tienen todo hecho por haber ganado con holgura a los verdiblancos. No en vano, hace un año se pasó de la euforia a la decepción por la mala racha de resultados encadenada por el Sevilla de Míchel tras el 5-1, que le terminó costando el puesto al preparador madrileño.