Mucho ha llovido desde que el Sevilla le ganó al Atlético de Madrid –su rival este domingo– en el Camp Nou una final de la Copa del Rey que supone el último título nacional que ha llegado a las vitrinas del Sánchez-Pizjuán. Fue en mayo de 2010 y ello no se vería con añoranza por el sevillismo si no se hubiera abierto desde entonces una brecha muy importante entre dos entidades que entonces mantenían una rivalidad encarnizada por ocupar un espacio tras la hegemonía de los grandes y que hoy están muy lejos a nivel de presupuesto, de plantilla y de dimensión futbolística.