A los apenas 20.000 sevillistas que acudieron a Nervión les revoloteó en la mente, hasta el pitido final de Medié Jiménez, el reciente batacazo copero de su equipo ante el Racing de Santander, con Emery en el banquillo. O aquel ya más lejano ante el Isla Cristina, otro equipo de Segunda B. Al final, el litigio con el Villanovense, también de la categoría de bronce, quedó en un susto, como cierto año con Juande Ramos en que el Denia rozó la machada en el Ramón Sánchez-Pizjuán. Pasó a octavos el Sevilla, qué menos. Pero fue un sorbo de lo más angustioso. Porque el bravo equipo extremeño se mantuvo a un gol del pase hasta el final. Acabó decidiendo un solitario gol de Andre Silva ante un portero inmenso, Isma Gil.