Rajar y rajarse, en realidad, le pueden venir por la misma causa a Jorge Sampaoli. Que a ciencia cierta no se sabe bien si es un entrenador correcto con buena prensa, un buen entrenador con un discurso ridículo o un entrenador ridículo con un buen discurso. Yo me inclino más por un discurso que roza la ridiculez que no deja ver si es bueno, malo, excepcional o ridículo. Lo que sí que ha quedado ya patente es que cuando la cosa va bien raja y cuando la cosa no va tan bien, se raja. Síntoma de inseguridad y de una filosofía cogida con alfileres.
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