Es la segunda situación desde su llegada en la que el oleaje crea cierta inestabilidad. En la anterior ocasión, entre finales de septiembre y primeros de octubre, el entrenador guipuzcoano pasó la prueba pese a que el gallinero llegó a alterarse bastante, haciendo coincidir las dos primeras derrotas ante Eibar y Barcelona –una tras un 0-2 a favor y otra por 4-0 en el Camp Nou y recibiendo tres goles en ocho minutos– con el debate entre la persistencia del técnico en alinear a De Jong y la simpatía de la grada con Dabbur. Lo que cerró la crisis fue el triunfo en el derbi disputado en el Benito Villamarín, con una decisiva intervención de De Jong en el 1-2 final. Ahora, Lopetegui está en la obligación de buscar una nueva reacción sin el comodín de esa benigna fase de grupos europea plagada de rivales asequible que le permitían refrescar la plantilla. El caballo de batalla es encontrar una fórmula para que el modelo genere más fútbol ofensivo de manera más real que la mera posesión.