Terminaba el partido ante el Mallorca, el Sevilla consumaba una remontada y se hacía con tres puntos que se antojaban vitales para los intereses del conjunto de Nervión. Alegría en todos, pero Andrés Palop, que ese día cumplía 39 años, no tenía el semblante más feliz del mundo. ABC lo cazaba antes de marcharse a casa para valorar todo lo que el valenciano vive en esta especie de segunda juventud de la que disfruta esta temporada. «Estoy contento por la victoria, pero me duelen los goles que he encajado. Han llegado dos veces y me han metido dos goles, eso me deja con mal sabor de boca. Por supuesto, feliz por el equipo, pero no puedo evitar que me quede esa espinita».