Es complicado pasar más de un cuarto de hora hablando de fútbol con Pablo Machín y que no se acuerde de sus raíces. De Gómara y de su padre. Del Numancia y sus influencias. De Lotina y sus enseñanzas. Puro agradecimiento. Gratitud y reconocimiento del técnico sevillista a Miguel Ángel Lotina por lo que aprendió de él en la década de los noventa cuando ni quiera soñar entraba dentro de sus planes. Ocurrió en Soria. Con frío y sin los focos de los medios. Ahora, varios años después, también al «profesor» poco le cuesta conmoverse recordando aquellos momentos. «Llevo dos años en Japón. Pero todos vimos el Sevilla-Madrid. Lo que hizo el Sevilla en la primera parte es el perfecto manual de Machín. Fue espectacular lo que hizo».