Sexta jornada de la fase de grupos de la Liga de Campeones y el Sevilla ya pernoctaba ayer en Maribor, la segunda ciudad de Eslovenia, con la obligación de visar el pase junto a la famosa estación de esquí de Pohorje. El gol de Guido Pizarro en el tiempo de prolongación de la cita con el Liverpool tuvo mucha más trascendencia clasificatoria, muchísima más, que la explosión anímica que supuso, pero no todo está hecho para las huestes blanquirrojas aunque muchos quieran pregonar que así es. Porque el Sevilla aún no ha metido su bola en ese sorteo que suele conducirlo a situaciones bastante desagradables en los octavos de final de la máxima competición continental. El cuadro que hoy dirigirá Ernesto Marcucci en ausencia de su principal conductor, el aún convaleciente Eduardo Berizzo, no puede confiarse en exceso y necesitará sumar al menos un punto para que no haya una sorpresa desagradable cuando se finiquite esta segunda fase, la primera fue con el Basaksehir como rival, de la Champions.