Surrealista. El Sevilla pasó de dominar en la primera parte a un equipo sin ideas y con muchos complejos a verse sometido en la segunda. No hay quien lo entienda. Es difícil comprenderlo. Sólo una genialidad al final de Mudo Vázquez, justo cuando el partido reflejaba un 2-2, le permitió al cuadro de Machín obtener los tres puntos en un duelo que tenía absolutamente controlado. Menos mal que el argentino, sin complejos y cuando el Sevilla venía jugando con uno menos desde el minuto 55, se inventó una jugada que acabó en penalti. Banega, como acostumbra, no perdonó. Tres puntos y un paso clave en la lucha por entrar en los dieciseisavos de final.