Montella vive con lo puesto. Se ha enfundado un traje de once piezas, con el que se siente muy cómodo, y con otras tres muditas le ha dado para alcanzar una final de Copa, para seguir vivo en la lucha por la cuarta plaza en LaLiga y para intentar el asalto a cuartos en Champions. Tiene mucho más donde elegir, un amplio repertorio para arroparse o para ser más atrevido y, sin embargo, esas opciones las mantiene arrinconadas en lo más profundo de su fondo de armario.