Solo hacen falta cinco minutos a pie de calle con Monchi para comprobar el cariño que el sevillismo le tiene, amén de que haya anunciado su marcha o que deje atrás 29 años en una entidad que se lo ha dado «todo». Fotos, abrazos, muestras de respeto… Resulta prácticamente imposible dar más de tres pasos seguidos con destino al coche, donde una conversación informal da pie a una larga y profunda entrevista en la que el de San Fernando desnuda sus miedos y anhelos en uno de los espacios en los que más cómodo se siente, el gimnasio. Un espacio que en los últimos tiempos le ha servido de ayuda para evadirse de ese agotamiento que acumula.
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