Con la voz quebrada por la emoción, Joaquín Caparrós le dedicó el triunfo del Sevilla en Cornellá a Roberto Alés, recientemente fallecido. Sin la figura de Alés quizá no habría llegado Caparrós los 500 partidos en Primera División. Lo logró ayer precisamente, en su segunda interinidad como entrenador del Sevilla tras la del final de la temporada pasada y el ciclo entre 2000 y 2005. El respetadísimo ex presidente nervionense le confió el equipo en Segunda División, a instancias de José Castro. Y ahí empezó a construir su trayectoria como entrenador de la Liga. A sus 63 años es el más longevo actualmente, el decano de los técnicos de la que posiblemente es la liga más potente y más rica tácticamente del mundo. Si la veteranía es un grado, Caparrós es mariscal de campo en veteranía. Sobre sus hombros reposan tantos galones como patas de gallo junto a sus ojos. Y esa veteranía le dictó lo que debía hacer para sacar al Sevilla del agujero.