Nació en un pequeño pueblo gaditano (San José del Valle) de apenas 4.000 habitantes, pero se inyectó sevillismo en vena con tantas idas y venidas. Las que hacía acompañado de su madre cada vez que iba a entrenar. Lo hizo durante cuatro años. Empezó a los once, en alevines. Recorría 120 kilómetros de ida, se entrenaba con sus compañeros, y de vuelta otros 120. No le importaba. Era su ilusión. Y la de su familia.