Cuando dos enemigos son irreconciliables, y al mismo tiempo, inseparables, lo normal es que salten chispas cada dos por tres. Por esta razón, la historia de los enfrentamientos entre Betis y Sevilla está repleta de alegrías y decepciones, de polémicas arbitrales y también, por supuesto, de momentos de tensión. Ya en los derbis embrionarios que se disputaron hace casi un siglo se produjeron invasiones de campo y agresiones, y el paso de los años no rebajó el fanatismo. Buena prueba de ello es que la primera vez que coincidieron en la máxima categoría (1935), el Sevilla fue recibido a pedradas por los aficionados béticos en el césped del estadio del Patronato Obrero.