Se atisban nuevos tiempos de cambio, de ruptura, lo cual no tiene por qué ser negativo. En primer lugar, por el affaire Sampaoli. Está por ver cómo terminará esta historia. En segundo lugar, porque la plantilla volverá a someterse a cambios profundos. Y en tercer lugar por el hecho intrínseco de sustituir a Monchi. Su sombra lo acompañará siempre. Con la cuarta plaza mucho más cercana, casi en la mano en realidad, que la difícil tercera, el nuevo Sevilla de Óscar Arias tiene en primer lugar que configurarse con el riesgo asumido de que un traspié en verano puede trastocar todo lo planificado, como ya ocurrió en agosto de 2010 al ser eliminado por el Sporting de Braga o en agosto de 2011 con el Hannover 96 -dos equipos de entidad inferior-.
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