El Sevilla de Lopetegui es reconocible, algo nada baladí. Desprende un estilo inequívoco que, más allá de detalles, no cambia a pesar de los diferentes dibujos que el técnico ha puesto en práctica a lo largo de los siete partidos amistosos que ha jugado. Sí ha asomado la cabeza con asiduidad ese ADN sevillista al que Monchi señaló como objetivo a recuperar antes de dar el pistoletazo de salida a la planificación. Competitividad, presión tras pérdida, salida de balón, verticalidad, solidez y varios nombres propios son las señas de identidad de este nuevo Sevilla de Lopetegui. La prueba de ADN, con resultado provisional, da positivo.