La herencia y la diferencia

Un adolescente abrigado con una bufanda rojiblanca va buscando huecos entre la multitud mientras se aleja del Sánchez-Pizjuán. Hace frío pero no tanto para los sevillistas. Mientras sortea a rivales al estilo Reyes, hace una llamada desde el móvil. «Abuelo, abuelo. No hemos hecho mucho y sólo le hemos metido cuatro al Betis». No hacía falta escuchar al interlocutor para saber que la noticia le estaba haciendo feliz por el modo en el que se le hacía llegar. Fue la noche de la gran diferencia, del avasallamiento, de la guasa, de la mofa y de la herencia.

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