Nadie duda en el Sevilla del nivel del fichaje más elevado del pasado verano y uno de los más caros de la historia del club: Quincy Promes. Se apostó por este holandés de 26 años, que pasaba los años en Rusia como estrella destacada del campeonato y su rendimiento mostraba que estaba para empresas mayores. ¿El miedo? Que el rendimiento puntual, o los chispazos de estrellas, se conviertan en algo constante, que no le dejen a Pablo Machín ninguna duda de que lo mejor es meterlo en el equipo titular.