Jesús Despojado por J. Félix Machuca

Mi tristeza no es porque se nos haya ido un jugador excelente, maravilloso. Me aflijo porque se va lejos de Nervión un jugador que, cuando besaba el escudo, lo hacía como lo hace ese hijo tuyo que llevas de la mano a Nervión y le inoculas la bendita enfermedad de la palangana. Solo los niños y los jugadores como Navas besan nuestro escudo de verdad. Como se besa a la primera novia. Como se besan las manos gubiadas de la imagen de tu devoción. Un beso es una muestra de amor y respeto que no pueden devaluar los que besan en falso, como Judas entre los olivos de aquella noche evangélica.

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