El Sevilla cayó en Getafe empujado por sí mismo y querer buscar otros culpables sólo conduce a la autojustificación. Un vicio del pasado que ya hace 15 años le costó no pocos sofocones al sevillismo con sanciones a Javi Navarro y Pablo Alfaro, saltar con los brazos y los codos hacia arriba para molestar al rival, se volvió tan en contra que puede costarle a la entidad una lluvia de millones y que se le escape el objetivo deportivo. Fue uno de los secretos de laboratorio de aquel Sevilla que se ganó el respeto de los suyos por la fiereza con que se empleaba y la animadversión general del mundo del fútbol. Pero si en la anterior etapa de Caparrós no estaban claras estas jugadas y quedaba todo a la interpretación del árbitro, una actualización del reglamento deja muy nítido que en el fútbol actual se castiga encarar los duelos aéreos con los brazos por encima del hombro, incluso, como en el segundo penalti, el balón llega rebotado. Y eso, en un equipo profesional, debe estar pegado en las paredes del vestuario.