Magistrales los centrales, Kjaer y Lenglet, y magistral N’Zonzi. Imperial, incluso, el francés, que cuajó su mejor partido como sevillista en el partido de más alto rango junto a la final de la Liga Europa ante el Liverpool. En ese eje cimentó el Sevilla una victoria que eleva su prestigio europeo y lo instala entre los más nobles del Viejo Continente. Casi nada. Los diablos rojos no dudaron en replegar líneas y esperar en el mediocampo propio a los sevillistas en espera de un error. Y eso le dio vida al Sevilla por dentro gracias a la sangre fría y la clarividencia ce N’Zonzi. Él fue quien encontró los pasillos interiores. Pero Muriel, Correa o Franco Vázquez dieron un curso de cómo no acabar los ataques. La candidez fue dolorosa. Hasta que salió Ben Yedder.