Muchas veces desde fuera parece sencillo adaptarse a las diversas situaciones con las que a un equipo de fútbol le viene un partido. El terreno de juego, con unas dimensiones reducidas, la dureza de un rival que se intuye eliminado, pero no quiere verse avasallado en su estadio… El Sevilla supo gestionar en tierras burgalesas cada una de las espinas que este trámite copero podían clavarse en las manos de quien necesita el último estirón para agarrar las semifinales. Los de Emery pusieron ritmo, un paso firme y no se arrugaron, y con eso les bastó para contener a un Mirandés que se empleó con mucho contacto en las disputas y que cedió pronto.