Después de un verano en el que la ilusión -euforia casi- ha sido el compañero de viaje del nuevo Sevilla pese a dos sonadas ventas como las de Jesús Navas y Negredo que en circunstancias normales harían a la afición dar la espalda a los dirigentes, en el que la figura de Monchi ha recuperado con dos golpes de gestión y sin empezar a rodar el balón el crédito perdido en los tres últimos años… el Sevilla se pone en movimiento en un litigio europeo en el que tropezar sería una catástrofe de dimensiones supinas.