Resultado inquietante para el Sevilla en su idilio con esa Liga Europa en la que luce hasta cinco títulos en su palmarés. El cuadro de Pablo Machín se verá obligado a un triunfo en su visita a Praga dentro de siete días después de no haber sabido sacarle el rédito al que se hizo acreedor en su comparecencia ante los suyos. Cierto que valen los empates a más de dos goles, pero la cosa se le ha puesto muy empinada a los blancos después de una cita en la que no tuvieron un fútbol brillante, pero sí le pusieron el ahínco suficiente como para haber acabado con una victoria, pero la fortuna, ese elemento tan indispensable en todos los juegos, también en el balompié, tampoco acompaña en estos momentos a la escuadra radicada en Nervión. Porque cualquiera que viera el litigio del Ramón Sánchez-Pizjuán entre los sevillanos y ese Slavia que lidera la máxima categoría del fútbol checo debe estar preguntándose aún que cómo fue posible que todo concluyera en tablas y no con un resultado favorable a los anfitriones. Muy sencillo, este deporte no responde a los méritos contraídos y sí a meter una pelotita entre los tres palos del adversario y, en ese sentido, todo se finiquitó con un dos a dos.