Cuando se habla del argentino Federico Fazio, por una razón o por otra, se alimenta continuamente la denominación de promesa, de una esperanza para liderar la defensa del club de Nervión, de un jugador llamado a ser muy importante en cualquier esquema de juego, pero, sin embargo, su fútbol parece estar sujeto siempre a un continuo examen más propio de un futbolista novel e inexperto que de uno que hace ya más de cinco años que debutó con el primer equipo.