Juan Antonio Anquela aterrizó en el Granada para tomar las riendas de un equipo que logró la salvación en el curso pasado en el último suspiro. Con mimbres del mismo calibre, pasea una versión valiente a domicilio para tratar de convencer a sus propios jugadores de que con atrevimiento la permanencia está más cerca. El verano trajo piezas para todos los gustos.