El "punto de inflexión" de Frederic Kanouté

Hace 50 días estuvo en el Sánchez-Pizjuán y recibió el mayor de los clamores. Se marchó emocionado y dando las gracias. Mil y una vez. Sabía que esa noche, la que servía para recabar fondos para ayudar a los niños de Malí, iba a ser la última en la que se vestiría en el vestuario sevillista, la última en la que pisaría el césped de Nervión y la última en la que notaría de tan cerca el aliento de los miles y miles de aficionados que eternamente lo querrán.

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