El pálpito es otro

Se nota una ligera esperanza en la afición sevillista. Esa misma que tantas veces en los últimos años se ha sentado en el sofá con la firme convicción de salir vapuleada ante el Barça o ser el juguete de Messi durante 90 minutos. Esa misma afición no dice lo mismo esta vez, al menos en su mayoría. Los habrá que sí, faltaría más. El fútbol -y quizás Mateu- acabará decantando el partido para un lado o para otro. Pero hasta el domingo, el pálpito es otro. Este Sevilla tiene mimbres para no esconderse.

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