El templo de Nervión tiene su puerta, en los encuentros, su minuto y, desde ayer, en Sevilla, su calle, su rincón, el homenaje de toda su ciudad. Una ciudad que no olvida a Antonio Puerta, la zurda de diamante como lo apodaron, por mucho que hayan pasado ya cinco años desde la terrible pérdida. El cariño, el aprecio y el respeto no entienden de problemas de memoria.