Decía Ernesto Valverde, tras eliminar al Valencia, que no iba a confesar ningún favorito para el sorteo porque tenía «mala suerte» siempre que hacía públicas sus preferencias. «Siempre que digo alguno que no quiero, sale», afirmaba con socarronería el entrenador del Athletic tras el disputado encuentro en Mestalla. Quizá tuviera la palabra Sevilla en la punta de la lengua, pero si fue así, prefirió quedársela para él.