En lo que se refiere a dirección de equipos, un entrenador debe saber gestionar y vigilar, entre otras cosas, tanto la baja autoestima de sus jugadores en épocas de malas rachas como la sobreexcitación que produce una serie de resultados positivos, con una buena clasificación y su correspondiente dosis de elogios a cual más grandilocuente por parte de todo lo que rodea al grupo. El Sevilla -y su entrenador, Jorge Sampaoli, debe saberlo-, está ahora en esa tesitura que requiere un esfuerzo de atención extra después de haber disparado el nivel de euforia de todo el entorno con la victoria y la imagen que los nervionenses ofrecieron en el Ramón Sánchez-Pizjuán el pasado domingo ganando y domeñando a un equipo de los llamados grandes.