Conviene recordarlo siempre. Ni cuando el equipo entrega su escudo por los campos del país, ni cuando lo regala en el nuestro (esto sucede poco, afortunadamente, pero sucede). Ni cuando las cosas vengan, de verdad, mal dadas. Nunca. La grandeza ni se pierde ni se compra ni se vende. Más allá de lo que cada uno opinase desde chico, lo cierto es que la grandeza objetiva, la irrebatible, es relativamente nueva; poco más de una década desde que empezara el diluvio de títulos. A algunos quizás les cueste asimilarlo. Desde esta humilde bitácora, en cambio, preferimos tenerlo presente para poder disfrutarlo más y mejor: el Sevilla Fútbol Club es un grande de Europa.