La historia de estos dos futbolistas representa en todos los sentidos lo que significa la máxima rivalidad, el eterno pique bien entendido desde el prisma pasional e institucional entre el Betis y el Sevilla. Dos carreras simétricas en tiempo y forma que contienen la mayoría de los ingredientes del morbo en el plano puramente deportivo, trivial para muchos, casi existencial para los aficionados de uno y otro bando en esta ciudad.
