Desde su posición prefiere no alinearse, pero deja su parecer: «El accionista que haga lo que tenga que hacer, es mayor de edad. Es eso no debo entrar. Pero está claro que los sentimientos no se pueden tocar, la pasión, los colores… El sevillista que tanto le ha costado sacase el carnet tiene claro que su templo tiene que ser el Ramón Sánchez Pizjuán. Puede que todo esté condicionado a lo que está sucediendo en Valencia, Málaga, Granada, en el Espanyol… Es complicado manejar los sentimientos. Siempre se ha dicho que se puede cambiar de todo, menos de equipo. Los sentimientos, ni se compran ni se venden».