La temporada del Sevilla sigue por sus extraordinarios derroteros. Tras un cambio de entrenador en diciembre, múltiples fichajes sin rendimiento, problemas en la portería y más agudos aún de cara al gol, el cuadro sevillista se planta en abril con sus dos caras más diferenciadas que nunca: un papel más que digno en la Champions y en la Copa del Rey y una Liga de auténtico fracaso, con el agravante de las muchas derrotas deshonrosas, algunas de ellas ante rivales con mucho menor potencial.