Blog Uría: Sevilla FC, cuando el corazón protesta

Si en esta final el Sevilla FC cayó muy bajo, es porque todos estos años escaló a lo más alto. Hoy, que muchos reclaman la hoguera, es tiempo de tener cabeza fría.

Entiendo al sevillista que se dejó el alma y parte de la cartera para acudir a la final de Copa, y que se queja, amargamente, de la humillación que sufrió el equipo. Comprendo a esas generaciones de sevillistas que invirtieron ilusión, esfuerzo y dinero en desplazarse hasta la capital de España y que lamentan, profundamente, la imagen ofrecida por un equipo que presume de que nunca se rinde y que, con toda honestidad, dimitió. Concibo que cientos de sevillistas reprochasen abiertamente a directivos, cuerpo técnico y jugadores por la desastrosa final del Metropolitano, que escoció y desató un ambiente de crispación muy desagradable. Entiendo a esos sevillistas que, impulsados por ese gen ganador que el club redescubrió para su equipo en los últimos lustros, se hayan arrogado la capacidad de criticar con dureza a los protagonistas de una pésima final o incluso a los que se sienten capacitados para, después de tanta gloria, quemar en la hoguera a sus artífices. Lo comprendo.

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