Obligado a reinventarse cada verano, en un mar abierto rodeado entre tiburones con más recursos, avanzando sin dejar de resistir los golpes, el Sevilla FC se enfrenta a un nuevo desafío emocional. Exigido por su afición, entregada a la causa -siempre fiel y también severa-, el SFC sigue explorando sus propios límites, si es que los tiene. Pentacampeón de Europa, con un modelo económico envidiable y un gen competitivo admirable, el club se encuentra en una encrucijada. Además de tener que acoplar 10-11 caras nuevas y ensamblar esas piezas con éxito, con lo complicado que es conformar un equipo; además de tener paciencia para asumir y ejecutar las ideas de un nuevo entrenador; además de los esfuerzos de la presidencia para modernizar y prestigiar la entidad; y además de haber perdido a Monchi, el Messi de los despachos, el Sevilla FC se enfrenta ahora a un reto mayúsculo, mantener intacto el proyecto después de conocer la enfermedad de Eduardo Berizzo.
