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Si se pasease por Lloret de Mar o por Torremolinos con su ‘look’ de galán centroeuropeo venido a menos, muy pocos caerían en la cuenta de que acaban de cruzarse con un delantero capaz de levantar un estadio a base de goles. Solo habría que fijarse un poco más para detectar ese aire rebelde, de ‘rockero’ ligeramente azucarado. Nació en Viena, pero Polster siempre ha sido más de Mick Jagger que de Mozart, y no tardó en demostrarlo cuando aterrizó en el Sevilla, en 1988. Marcó 33 goles en la 89-90, pero tuvo la mala suerte de chocar contra la inspiración de Hugo Sánchez, que marcó 38. Desde entonces, muy pocos han superado sus cifras de aquella temporada.

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