La idea de Sampaoli, por tanto, compareció en toda su plenitud, sin el más mínimo término medio y es seguro que todos los aficionados nervionenses saldrían por los vomitorios de su remozado estadio narrando los goles y las florituras de los suyos. Tal vez los más puristas, eso sí, lo harían también lamentando las facilidades defensivas que da el equipo, pero ayer no era un día para ponerse quisquilloso. Su equipo les había demostrado que también se puede ganar de esa manera tan cercana a la que se vivía en los tiempos de la delantera Stuka.