Nada más acabar el encuentro, y tras la primera celebración en el vestuario, Munir, Óliver Torres y Reguilón tomaron la voz cantante y comenzaron a animar a sus compañeros en el autobús para alargar la fiesta. Lo hicieron hasta la madrugada. En el autobús, y en un trayecto de 40 kilómetros, todos a una comenzaron a entonar el Himno del Centenario. Después llegaron los cánticos de los Biris y los golpes en los cristales. La fiesta siguió durante la cena. Después, y en algunas habitaciones, los futbolistas volvieron a reunirse para vitorear a Bono por su actuación. Otros, más nerviosos, optaron por hacer un campeonato de tenis de mesa (el mejor, sin duda, está siendo Jordán). También los hubo los que aprovecharon para jugar a la Play Station… con la guasa que tenía repetir un Sevilla-Manchester United en el FIFA (dicen que ganó el Sevilla de nuevo y que los que estaban allí presentes comenzaron a abrazarse de nuevo). Había ganas de cachondeo y algún futbolista comenzó a correr por los pasillos imitando el gol de De Jong.
