“Parecía que la clasificación iba a estar de su lado ya que íbamos perdiendo 2-1 hasta los últimos instantes del partido. No teníamos nada que perder, así que decidí sumarme al ataque. Pensé: ‘Voy al ataque y creo confusión’, pero nunca pensé que fuera a hacer gol. El caso es que cuando se ejecutó el saque de esquina todo el mundo me estaba esperando, y entonces vi venir el balón hacía mí y sabía que era mi pelota, y que podría rematar a portería sin la oposición de ningún rival. Intenté asegurarme de que el balón fuera a gol, y así llevar el partido a la prórroga. La pelota llegó hacía a mí y cabeceé. Viví unos sentimientos increíbles que nunca he tenido. Ahora sé lo que siente un compañero cuando marca un gol”