El 1-0 de la ida pedía para los intereses del Sevilla un partido trabado, en el que ocurrieran pocas cosas y los minutos se desgranaran sin remisión. Un pulso de esos que alguno denomina de «mucho contenido táctico». Un peñazo, vamos. Y sin embargo salió todo lo contrario, un encuentro sin ataduras, desbocado, en el que el Borussia, hasta que Xhaka fue expulsado en el minuto 69, acosó mucho y con verdadero peligro a un equipo cuyo control sólo se reflejaba en el marcador. El sostén del campeón estuvo en una zona insospechada: esas alas que recorrieron mil veces, arriba y abajo, Aleix Vidal y Vitolo. Sus primorosos contragolpes taparon los agujeros de atrás.