Mientras se ajustan bien las piezas de este Sevilla embrionario no se puede calificar sino de kamikaze su puesta en escena en Nervión. El argentino combatió las dudas generadas por las Supercopas con una vuelta de tuerca más a su apuesta innegociable. El resultado fue un 6-4 de otra época, de los tiempos de la línea del miedo en los años 20 o la más conocida delantera Stuka en los 30 y 40.
Los jugadores del Sevilla abrirían los ojos como platos ante la pizarra que expondría el míster: Pareja y Mercado de defensas; N’Zonzi flanqueado por Mariano y Vitolo como presuntos carrileros, ni siquiera laterales largos; una línea de tres interiores, Sarabia, Franco Vázquez y Kiyotake; y dos puntas, Vietto y Ben Yedder.