El sevillista, una especie en riesgo de satisfacción

Mientras la afición aún se frota los ojos de incredulidad y empieza a hacer los primeros preparativos para movilizarse ante la que será la decimoséptima final de los últimos doce años, el Sevilla ya idea fórmulas para fomentar un desplazamiento masivo, casi sin precedentes y similar al de la final de 2016, cuando viajaron a Madrid 80.000 sevillistas, más de la mitad sin entrada para vivir la que fue la primera gran final «accesible» para una afición que no se podía imaginar que llegarían otras quince detrás. Sólo unos elegidos habían podido estar en Eindhoven y tener una final en Madrid fue una gran oportunidad para que familias enteras pudieran disfrutrar lo que entonces se pensaba que iba a ser una oportunidad única e histórica.

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